Revista Científica de UCES
Vol 27 N°1 (Julio-Diciembre de 2022)
ISSN Electrónico: 2591-5266 (pp. 1-10)
una ascesis de corte profundamente estoico (Cf. Pinel, 1809, 12). Pinel observa que la
conmoción de las pasiones que constituyen la naturaleza de la irascibilidad es la base de
la naturaleza de la manía antes que la perturbación de las ideas, como erróneamente se
podría entender de una lectura apresurada de los empiristas. No es una cuestión menor
que Pinel haya frecuentado las reuniones de Mme Helvétius, lugar donde conoce a
Cabanis.
En la época, la influencia de Cabanis tanto en el ámbito médico como en el político y
social es innegable. Hay que aceptar, dice Cabanis, que de la revoluciones no provienen
las nuevas ideas sino que todo lo contrario las revoluciones surgen cuando se agotan los
modelos usuales. Un gobierno estable puede propiciar efectos que aseguren una
estabilidad que favorezca para el desarrollo de un pueblo. El peligro de las pasiones es
que pueden generar por simpatía un efecto en la multitud que las haga ingobernables.
Para Cabanis, una simpatía, o la tendencia de un ser viviente hacia otros seres vivientes
de la ó diferente especie, pertenece al patrimonio del instinto; y ella es en algún modo el
instinto mismo. De esta manera, “todas las pasiones hostiles, el terror, la cólera, la
exasperación, la venganza” (Cabanis, 1843, 23) pueden hacer vivir en una multitud una
sensación de ser como si fuese un solo hombre. El precepto de la felicidad y el bienestar
social en la obra de Cabanis incluyen las consideraciones sobre el hedonismo: “Las
sensaciones de placer son las que la naturaleza nos lleva a buscar, brindándonos la
misma igualmente a huir del dolor” (ibid, 157) es una ley propia de la economía de las
afecciones, pero sería caer en un error creer que las primeras son siempre útiles “y las
segundas perjudiciales”. El placer nos hace muchas veces incapaces de soportar
diferentes avatares de al vida y por otro lado, el dolor contribuye, muchas veces, a
fortalecer el cuerpo, o “promueve una estabilidad, equilibrio y firmeza en los sistemas
nerviosos y muscular”. Por otro lado: “De este modo la desgracia moral aumenta la
fuerza del alma cuando no llega al punto de abatirlas” y de la misma manera: “también
el templa el valor, en el que podemos hallar, cuando sabemos valernos de sus recursos,
un asilo seguro contra los males propios de la suerte humana” (ibid.) de allí que la
simpatía obedezca a una suerte de fuerza instintiva que hace a la propia conciencia apta
a la servicio de la sociedad.
La prédica de Cabanis, orientada en términos morales, hacia la premisa del bienestar
para el individuo en primer lugar pero radicalmente para todos, en definitiva, está
signada por una presunción de felicidad futura en la finalidad moral, de allí que la razón