Revista Científica de UCES
Vol. 29 N°2 (Julio - Diciembre de 2024)
ISSN Electrónico: 2591-5266
(pp. 1-21)
Lo más curioso de un texto como este, tomado aisladamente8, es que, a principios de
los 70, resultaba llamativo que un chongo9 asumiera la enunciación para describir el goce que
sobreviene —en oposición al compromiso que había sobrevenido impensadamente antes— con
una loca (“homosexual blandito”). El goce se produce entre dos “cuerpos marimachos”, un
sintagma que expresa estupendamente lo irreductible del deseo que aquí se juega, sus inestables
recorridos y su efecto horadante sobre las rigideces identitarias. Este goce aparece como una
“huelga ganada”, una forma de “sustraerse”.
Maristany, en efecto, habla de una “peligrosa armonía que vendría a cuestionar la
masculinidad del sujeto activo” (2019, p. 292). Esto es especialmente cierto en la versión
inédita, ya que, en la publicada, parece haberse operado un “desvío o encubrimiento” (p. 293).
Curiosamente, la versión definitiva se titula "El ganador" y culmina con la frase: “Él debía
sentir —esto es lo que yo digo— que un cambio fundamental se había metido en la cosa. ¿Eh?”
(1988, p. 45). Lamborghini descartó, por tanto, los versos del texto original que comenzaban
8 José Maristany (2019) lee este poema, en contrapunto con “Claros”, como dos perspectivas de un mismo
“levante”: “—Hola, hola./ Leandro Alem. Él está encima mío. Se esfuerza a pesar del envaselinamiento, jadea
sincronizadamente. A mí, que hablo a retazos, me interesa una de sus partes: la pija, que siento como música
sorda, o ensordecedora, en mi tripa./ Él me gime en la oreja y yo reculo para ayudarlo. Puedo llegar a gozar mucho.
Un pequeño, imbécil asomo de dolor, y ya entró Toda. Ahora pienso en la guasca de él, en el derrame blanco
silencioso parecido a la almohada que tengo frente a los ojos./ Yo no podría distraerme en matar una chinche en
este momento. Habrá otro momento, lo conozco: cuando él se vea la pija sucia de mierda va a sentir como una
nostalgia, la idea fija (o pija) de alguna cosa blanca, también blanca. Pero me parece que lo que más le gusta es
precisamente esto, ser cagado./ Hago un esfuerzo por abstraerme. Miro la hora en el reloj de él, sobre la mesa de
luz. A la imagen imaginada de su pija la tengo delante de los ojos. La tengo más afuera que adentro. Pasa delante
mío como una lanzadera, larga y fina. Trata de tejer, pero aquí/ no hay nada que tejer. Le gusta ser cagado. Que
yo le entregue, una y otra vez, mi absurdo culo sin salida./ Estos renglones saltan a la vista. Los artificios y el
candor del hombre / No tienen fin. Aquí, todo ya está tejido, pero lo mismo puede inventarse La Cosa. Por una
necesidad de pensar/ por una necesidad de pensar. Por una, la necesidad de un espacio vacío para pantalla, reflejo
del acto. Claros en un bosque de pérdidas, perdido. Ahora se la chupo y lo miro: él, boca arriba, se tapa los ojos
con el antebrazo, se ha tapado los ojos con el antebrazo. También para abstraerse más. Para pensar/ y repensar
cada una de las imágenes. Nos conocimos, nos hemos conocido en el cine Eclaire. Pensar. Eh, be. Las imágenes
están en la cabeza. Y la cabeza está afuera de la cabeza. La guasca/ música ensordecedora, pasa de mi lengua a
mi estómago. Hola, hola. Ahora estoy escribiendo. Puedo lograr, construir un oído atento a ese viaje, de la lengua
al estómago. Los calzoncillos blancos, de él, sobre la silla, una pantalla perfecta/ la bragueta vacía/ la erección, la
dureza y consistencia pertenecen a las imágenes. El resto es fofo y disperso. Ni el grito puede, podría ordenarlo”
(Lamborghini, 2011, pp. 258-260).
9 En esa figura se suelen aunar el ejercer el “rol activo” en la relación sexual –la loca, el pasivo–, el no identificarse
con una identidad homosexual, e históricamente, un origen proletario. Ben (2009) cuestiona la supuesta nitidez
de los roles en las relaciones sexuales en las clases populares a principios de siglo y cabe esperar que esa definición
nunca haya sido absoluta.