Entrevista a Anabella Salem y Gabriel Mateu. El Fantasma de Heredia Por Catalina Filgueira Risso El Fantasma de Heredia es un estudio de diseño que, desde hace 28 años, se dedica exclusivamente a cuestiones sociales y culturales. Anabella Salem y Gabriel Mateu, sus fundadores, se conocieron en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y desde entonces trabajan proyectos sobre educación, desarrollo, comunicación, ecología, justicia, niñez, género, pobreza, salud y música, entre otros. Compartieron trabajo en la materia de Diseño y, a pesar de que algunas clases terminaban a la una de la madrugada, no les alcanzaba el tiempo académico para ahondar en las ideas que quería desarrollar. Así fue como armaron un grupo de estudio con algunos alumnos y compañeros de la facultad y de otras escuelas en las que trabajaba Mateu. “Estuvimos un año y medio reuniéndonos dos veces por semana, por fuera de la facultad, pensando, debatiendo y reflexionando cómo sería un diseño donde los contenidos fueran temas que nos interesaran a nosotres y donde el leitmotiv de nuestro trabajo no fuera el dinero sino la oportunidad de decir algo relevante y verdadero”, relata Salem en diálogo con esta revista. Los formatos de sus trabajos van desde afiches hasta libros, pasando por revistas, diarios, sitios web, y campañas. Los mismos han sido seleccionados, exhibidos y editados en más de 30 Festivales y Bienales recorriendo museos de Francia, Estados Unidos, Polonia, China, Japón, Finlandia, Rusia, Alemania, Hong Kong, Bulgaria, Bolivia, México, Ucrania, República Checa y República Eslovaca. Han sido reconocides con diversos premios entre los que se destacan el Primer Premio Nacional por la Identidad para la Fundación del Museo del Holocausto y el Segundo Premio en la identidad del Museo de los Niños, ambos en Buenos Aires; y algunos internacionales como el Icograda Excellence Award en el Festival Internacional de Afiches en Chaumont (Francia), una medalla de oro en la Trienal Internacional de Afiches en Toyama (Japón), el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Afiches y Artes Gráficas de Chaumont (Francia) y la Presidencia del Jurado Internacional de la Bienal de Varsovia (Polonia). Con distintas influencias de las escuelas de diseño, El Fantasma de Heredia es una referencia en el diseño gráfico vinculado al campo social. U: ¿Qué significa para ustedes el activismo gráfico? El Fantasma de Heredia (EFH): Nosotres diseñamos de acuerdo con una idea que tenemos de mundo, como hacen muchas personas de distintas profesiones o disciplinas. Son raras las palabras que se le adjudican a las distintas maneras de encarar una profesión. Para nosotres es lógico trabajar en línea con una manera de pensar y, si además, tu campo está vinculado con la comunicación y el arte, resulta imposible que la manera de pensar no esté presente ahí. En nuestros inicios teníamos una frase del artista gráfico y fotógrafo polaco, Roman Cie?lewicz, como guía que sostenía: “Nunca trabajé en algo en lo que no creyera”. No sabemos si la traducción es precisa, pero es esa idea la que nos trajo hasta acá. U: ¿Qué implica trabajar cuestiones sociales y culturales a través del diseño gráfico? EFH: Por un lado, el placer de pensar sobre temas importantes y necesarios. Por otro, un aprendizaje enorme para nosotres sobre una diversidad de problemáticas y la posibilidad de vincularnos con personas y equipos de trabajo muy variados que apuestan por un mundo distinto y mejor. Y, por último, el deseo. Que, al menos una persona, repiense, se detenga a replantearse algo, cambie de opinión, se vea motivada, inspirada a través de una pieza gráfica. Lo visual es un lenguaje universal con una potencialidad enorme. Hace un tiempo -con un poco de ironía sobre la importancia del diseño gráfico en relación con otros quehaceres más de base o de campo, que es algo que siempre ha estado presente sobre las mesas de dibujo- escribimos un texto donde sosteníamos que “un afiche puede cambiar el mundo, porque puede cambiar a una persona”. Eso es el mundo para nosotres: una persona. U: ¿Cuáles son las principales temáticas que abordan desde sus diseños? EFH: Desde que comenzamos han pasado tantos años que ya hemos trabajado en todo lo que nos interesa: ecología, literatura, comunicación, educación, música, teatro, género, democracia, derechos humanos, periodismo, ciencia, cine. Hemos trabajado para pintoras, para sociólogos, para bandas de rock, para folkloristas, para escuelas, para radios, para museos, para compañías de danza y para editoriales. U: En algunas entrevistas que realizaron hablan de poner énfasis en la persona que diseña, ¿qué implicancias tiene en los diseños que hacen, y por qué lo consideran importante? EFH: Para nosotres no existe el “buen diseño” per se, sino que hay pensamiento, actitud, profundidad, riesgo, compromiso, honestidad, y es desde ahí que surge la idea. Éstas son características de las personas que diseñan que, luego, se trasladas a una pieza. Por eso quien diseña es importante, porque es a través de una buena idea que ves a quien está detrás. En una buena pieza de diseño hay un/a buen/a diseñador/a y un/a buen/a comitente. Es un trabajo que sale bien si las partes se juntan. U: ¿Qué les motiva a la hora de comenzar un trabajo o un diseño? EFH: Hay temas que nos convocan más que otros, pero quién está detrás del proyecto o el alcance que tenga el mismo, también son una motivación. Todo va cambiando con los años, hubo veces que nos motivó un trabajo por su novedad o su contundencia, y otras, la libertad con la que podíamos trabajar. Son muy variadas las razones que nos empujan a cada une de nosotres, y no siempre estamos igualmente motivades. Nos animamos a decir que, con los años, lo que más nos motiva es la libertad para trabajar. U: ¿Qué es lo que más les interesa contar? ¿Encuentran en sus historias -ya sea personales o en la historia de El Fantasma de Heredia- un momento o suceso que les haya hecho decir “es por acá, esto es lo que queremos hacer”? EFH: Ese momento de “esto es lo que queremos hacer” se nos dio muy rápido. El inicio del Fantasma fue con mucha energía, impulso y contundencia, y, a partir de ahí, sí tuvimos varios hitos relevantes que fueron clave en nuestro camino. El primero tuvo que ver con haber ganado el Primer Premio Nacional por la Identidad para la Fundación del Museo del Holocausto en 1996, en Buenos Aires. Ese reconocimiento fue increíble porque, además de tener una marca nuestra en un lugar tan importante, el premio implicó un viaje a Polonia que nos permitió reunirnos con diseñadores que sólo conocíamos de los libros. Encontrarnos con el afiche polaco -referente del diseño gráfico contemporáneo- en las calles de Varsovia; conocer la Academia de Bellas Artes y entender que el diseño, en otros lugares, se estudiaba (y estudia) en relación con el arte; conversar con Teresa Pagowska, pintora y esposa de Henryk Tomaszewski -padre de la escuela cartelista polaca- y con diseñadores polacos como Lech Majewski, Mieczyslaw Wasilewski y Wies?aw Rosocha, fue todo pura inspiración. Otro momento clave y hermosa en nuestra carrera fue recibir una carta de puño y letra del diseñador alemán-francés Alex Jordan, un ex Grapus, invitándonos a participar de una exposición internacional de afiches por el centenario de Bertolt Brecht. Esa convocatoria fue un gran reconocimiento y, como dato de color, en el Festival, junto a los afiches tocaba la cantante y actriz alemana, Nina Hagen. Y otro evento afortunado fue en 1995 que, por una serie de idas y vueltas de cartas con la Revista internacional de Diseño Gráfico Eye, terminamos reunides con el crítico de diseño Steven Heller. Después de ver nuestro trabajo durante media hora en su oficina, mirando diapositivas a oscuras, nos dijo: “Ustedes tienen que conocer a James Victore”, y nos dio su teléfono. Victore, director de arte, diseñador y autor estadounidense, se había hecho conocido por su afiche Racism, con el que había ganado algunos premios. Ese mismo día lo llamamos y pasamos una tarde entera hablando, compartiendo y mirando afiches. Encontrarnos con colegas en otras partes del mundo con quienes compartir ideas sobre ese otro diseño, eso fue y es el paraíso. U: ¿Quiénes fueron y/o son sus principales mentores/as? EFH: Gérard Paris-Clavel, Alex Jordan, Pierre Bernard, todos los ex Grapus, ese conjunto de diseñadores, miembros del partido comunista francés que veían en el diseño gráfico una herramienta para la intervención social. Toda esa escuela fue clave para nosotres. Luego, también, los grandes maestros polacos como Henryk Tomaszewski y Roman Cie?lewicz que nos marcaron profundamente, aunque no lo hayamos conocido. Y, además, hay colegas contemporáneos que nos interesan mucho y con quienes hay mucho aprendizaje por compartir. El contacto con alumnos y alumnas es sumamente motivador porque nos lleva a reencontrarnos con ese momento nuestro tan fuerte y, de ese encuentro, volvemos mejores. Por otro lado, más allá de “mentores”, nuestro alimento fundamental para la creatividad son los discos que escuchamos, los libros que leemos, las películas que vemos, nuestres hijes, todo eso que hicimos y hacemos antes, durante y después de diseñar. U: A la hora de diseñar, ¿Con qué tipo de materialidades y herramientas les gusta trabajar y por qué? ¿Tienen un método específico? EFH: Somos bastante clásicos: lápiz, tinta, papel y computadora. Algunas ideas tienen una materialidad en sí mismas, y para otras, vamos probando hasta lograr lo que queremos. Luego hay maneras personales, somos dos así que cada une tiene sus vicios. U: ¿Cómo convive lo sustentable y lo ambiental con el diseño en su experiencia? ¿Qué aporte piensan que puede brindar el arte al ecologismo? EFH: El cuidado del planeta, de la casa propia, fue y sigue siendo importante para nosotres. Hemos trabajado para Greenpeace y para otras organizaciones ecologistas desde los comienzos del estudio, por lo que, durante muchos años, lo ambiental estuvo muy presente en nuestro cotidiano laboral. Para ese entonces, Greenpeace Argentina era la única sede de Latinoamérica con pocas personas haciendo de todo, muy comprometidas con su tarea y jóvenes entusiastas como nosotres. Fuimos profundizando en diversos temas y comprendiendo que algo de la producción de las piezas que diseñábamos podía ser revisado. De a poco incorporamos ideas como la utilización de materiales nobles que no contaminaran, o el ahorro de otros que eran innecesarios. Todos estos aprendizajes los fuimos trasladando tanto a las piezas como a otres. U: ¿Cómo articulan su trabajo en el campo social con las diversas experiencias de trabajo internacional y participación en festivales? ¿Qué similitudes y/o diferencias encuentran entre las culturas y las problemáticas? EFH: La mezcla entre nuestras formas y las de otras culturas es la riqueza que fuimos encontrando. Es de esa diferencia que, si estás con los ojos bien abiertos, se aprende muchísimo. En los primeros años veíamos muchas más diferencias que similitudes, sobre todo en los años pre-internet y globalización. En esos momentos era muy clara la diferencia de recursos económicos -a nosotres nos costaba mucho dinero enviar por correo un afiche para que pudiera concursar y la materialidad de los impresos solía tener menor calidad. Pero en términos de calidad artística no había tanta distancia. Podías encontrar afiches franceses buenos y malos, afiches polacos buenos y malos. Lo que si era evidente era la cantidad, la participación de esos países que era mucho mayor a la argentina y/o latinoamericana. Eso fue una consecuencia natural de una disciplina que, acá recién empezaba, y, en otros países, ya contaba con una basta trayectoria. En cuanto a la articulación de los temas con el campo social no es difícil porque las bienales son siempre sociales y culturales, por lo que cuando tenemos un afiche que nos parece que puede competir y que cuenta con la calidad suficiente como para estar ahí nos tomamos el tiempo que completar las planillas y enviarlo. A la par de esas participaciones voluntarias y esporádicas, participamos en algunos proyectos de exhibiciones de afiches, organizados por colegas-amigues. Puede tratarse de los 100 años del Partido Comunista Francés, del aniversario de algún/a artista, del aumento de la temperatura global, de afiches de mujeres, o de racismo. U: Desde que comenzaron con el estudio en 1992 a hoy, ¿cuál fue el trabajo o la experiencia que más les marcó? ¿Encuentran una huella o proceso en los distintos trabajos y piezas que fueron realizando? EFH: Siempre nos gustó ir al fondo de una pieza. Eso fue -y sigue siendo- una constante que tenemos desde el día uno, con distintos resultados. La tapa de nuestro primer libro, por ejemplo, fue una imagen en blanco y negro, sin texto, donde un dedo hurgaba en un rectángulo. Esa tapa era esa profundidad que articulaba con humor, erotismo y juego, en oposición a un diseño frívolo o superficial, siempre queremos una idea al mando de la pieza. Ahora, cuando miramos para atrás, si, podemos encontrar una huella. Me parece que el permiso que nos damos para el humor, la poesía, para cierto desparpajo. La profundidad o el riesgo en la búsqueda de las ideas, y la gran atención y el amor que le ponemos a los textos, a las maneras de decir. Esas son características que se ven en algunas piezas de hace 30 años y se siguen viendo en la que hicimos ayer. U: ¿En qué se encuentran trabajando actualmente? EFH: Estamos en un momento de bastante trabajo y diverso. Por un lado, terminando un libro de fotografía. Por otro, a mitad de camino en el diseño de una exhibición del Premio Nobel César Milstein. También estamos desarrollando un piloto de un mapa global de refugiados. Diseñando varias publicaciones de las cuales algunas están en papel y otras digitales. Hace poco terminamos dos discos preciosos y la identidad de un proyecto de ecología política. Y, paralelo al trabajo de diseño propiamente dicho, cada tanto brindamos talleres –el último fue virtual por la cuarentena. Del último workshop que dimos -una tutoría con estudiantes argentinos y argentinas para una participación en la 27 Bienal de Varsovia- dos alumnes obtuvieron premios por afiche y video. La docencia es también nuestro gran disfrute. U: ¿En qué momento se termina una obra, una pieza, un trabajo? EFH: El minuto antes de entregarla.