Revista de Ciencias Empresariales y Sociales. Vol. 9, N°6, 2023 (Enero-Julio)
ISSN electrónico 2618-2327 (41-57)
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El republicanismo clásico y las ideas liberales: Cuestiones sobre la acción
cívica
José Antonio Burneo Carrera
1
jaburneo@udlanet.ec
Fecha de recepción: 5 de mayo de 2023
Fecha de aceptación: 26 de junio de 2023
ARK CAICIT: ark:/s26182327/r926ishvj
Resumen
La aplicación del republicanismo en el escenario político y de los gobiernos de las
naciones no ha sido constante ni estático. Por el contrario, ha ido variando y
transformándose según las tendencias que las etapas históricas le fueron requiriendo. En
tal sentido, hablar de un republicanismo cuya aplicación sea directa en los tiempos
actuales sería tomarlo muy a la ligera. Principalmente porque existen ciertos componentes
que deben analizarse, en específico en lo que respecta al nivel de tolerancia y diversidad
que prima en la sociedad actual; de manera que no puede dejarse de lado el concepto de
la libertad como derecho fundamental del individuo, como agente moral y como elemento
de la sociedad. Por todo esto es que el análisis de la aplicabilidad del republicanismo en
la actualidad no puede ser visto únicamente desde sus fundamentos clásicos, sino que
entran en juego también criterios, que, si bien no son antagónicos, representan oposición
debido al alcance y contenido real de lo que implica la libertad de cada individuo.
Palabras clave: libertad, autogobierno, representación, civilismo
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Universidad Andina Simón Bolívar Ecuador
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Abstract
The application of republicanism in the political scene and of the governments of the
nations has not been constant or static. On the contrary, it has been varying and
transforming according to the trends that the different historical stages were requiring. In
that sense, to speak of a republicanism whose application is direct in the present times
would be to take it very lightly. Mainly because there are certain components that must
be analyzed, specifically about the level of tolerance and diversity that prevails today; so
that the concept of freedom cannot be ignored as a fundamental right of the individual as
a moral agent and as an element of society. For all this it is that the analysis of the
applicability of republicanism at present cannot be seen only from its classical
foundations, but also criteria, which although they are not antagonistic, come into
opposition because of the scope and real content that implies freedom.
Keywords: freedom, self-government, representation, civilism
Resumo
A aplicação do republicanismo na arena política e nos governos das nações não tem sido
constante ou estática. Pelo contrário, foi variando e se transformando de acordo com as
tendências que as etapas históricas estavam exigindo. Nesse sentido, falar de um
republicanismo cuja aplicação é direta nos tempos atuais seria tomá-lo com muita leveza.
Principalmente porque certos componentes que devem ser analisados, especificamente
no que diz respeito ao nível de tolerância e diversidade que prevalece na sociedade atual;
assim, o conceito de liberdade como direito fundamental do indivíduo como agente moral
e como elemento da sociedade não pode ser deixado de lado. Por tudo isso é que a análise
da aplicabilidade do republicanismo hoje não pode ser vista apenas a partir de seus
fundamentos clássicos, mas também entram em jogo critérios, que embora não
antagônicos, representam oposição devido ao alcance e conteúdo real do que a liberdade
implica.
Keywords: liberdade, autogoverno, representação, civilismo
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Introducción
En el presente escrito serán analizados diferentes aspectos con relación a la posible
aplicación del republicanismo clásico en la actualidad y cuáles son sus principales
argumentos para sostener que su utilidad está cayendo en la obsolescencia si es que no
comprende la diversificación de sus conceptos clásicos como la libertad y la democracia.
Inicialmente, serán revisados aspectos inherentes al republicanismo, partiendo
brevemente con su estudio clásico hasta avanzar a las épocas actuales, acentuando los
puntos débiles que han provocado su debacle por ciertos momentos de la historia. A
continuación, revisaremos los más prominentes presupuestos del pensamiento liberal, no
como contraposición del republicanismo sino como un complemento para dotarle de una
visión exteriorizada. Esencialmente, el concepto central de esa crítica será la libertad, la
cual para el republicanismo se ve reflejada en la no dominación, pero no la concibe como
un derecho individual sino comunitario como sociedad.
Posteriormente, serán expuestos argumentos que plantea el republicanismo como
crítica a la ideología liberal. Estos planteamientos estarán direccionados con relación a
tres ejes esenciales: noción de libertad, virtud cívica y la necesidad de una democracia
fuerte. Mencionamos esos estadios por mostrarse como los elementos más representativos
de la disyuntiva con el pensamiento liberal, a pesar de ser compartidos en ciertos puntos
entre ambas ideologías políticas. Finalmente, después de todo lo expuesto, se hará una
breve observación sobre la posibilidad de la aplicación del republicanismo en la sociedad
actual y sus posibles modificaciones para que esto pueda llevarse a cabo, sin caer en la
falacia de creer tajantemente que es imposible su aplicación.
El republicanismo
La noción de republicanismo nace en las civilizaciones antiguas, en Grecia y
Roma, como una forma de gobierno y organización de las comunas y pueblos que se
encontraban relativamente cercanas a la polis, o centro de gobierno y asamblea. No
obstante, con el pasar del tiempo, esta forma de gobierno fue claudicando ante otros
movimientos ideológicos y políticos que presentabas serias críticas en la filosofía
republicana, por contraponerse a distintos conceptos que estas nuevas ideologías, como
la liberal o el comunitarismo, creían como inherentes al desarrollo social del ser humano.
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Por ello, surge una reestructuración del republicanismo clásico. Debido a
que pierde “fuerza” no solo en su aplicación sino en la credibilidad. La causa
esencial de esa debacle fue la rdida de confianza de los ciudadanos en sus
representantes y en la institución del autogobierno, porque su representación como
gobierno no prestaba atención a los reales intereses, fines y deseos de los
ciudadanos que conformaban una nación.
El republicanismo clásico y su decadencia
El fin primordial del republicanismo fue evitar el fraccionamiento de la comunidad. Así,
tenía como objetivo el encaminar los comportamientos, tanto de los ciudadanos como de
quienes ostentaban el poder, hacia un bien común y general. De tal manera es
comprensible que se le entreguen dos funciones primordiales al sistema republicano: la
defesa de la comunidad ante enemigos extranjeros que pudieren poner en riesgo la
estabilidad o la supervivencia de la nación; y, por otro lado, evitar el despotismo y la
perpetuidad en el poder del gobierno.
A pesar de su sentido influyente y decisor, la voluntad de la mayoría no
era el único elemento de aplicación del republicanismo, pues se recuesta también
sobre otros elementos concomitantes con los intereses de quienes conformaban
esa mayoría. Esos elementos son, por un lado, la representación de diferentes
clases que son parte de la comunidad para evitar una probable lucha violenta; en
la medida en la que sus representantes regirán una pugna pacífica en defensa de
sus intereses. Por otro lado, implementaban la rotación de cargos políticos o de
gobierno con la intención de limitar su actuación en el tiempo y evitar el
despotismo.
Con respecto a la designación de representantes, la intención principal era
evitar la violencia, lo cual puede darse a través de movimientos separatistas o
revolucionarios. Ahora, la problemática nace cuando los representantes
designados por un determinado grupo no entiendes sus necesidades, deseos e
intereses. Es por eso por lo que existía cierto grado de discrepancia sobre la
aplicación del republicanismo como medio de autogobierno.
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En relación con la rotación de cargos, no debe ser entendida como la mera
alternabilidad, debido a que, en los pueblos de Grecia, la democracia directa era
el medio de elección y decisión popular; mediante la cual, para el ejercicio de un
cargo público, se ejercitaba una especie de sorteo; es decir, a través de un proceso
de banderismo o fraccional (Petit, 1999, p. 27). Esta aplicabilidad es totalmente
irrisoria en una sociedad como la nuestra, en la medida de que los pueblos griegos
estaban compuestos por pocos miembros y en donde podía presumirse, en cierto sentido,
que existía en cada integrante de la polis un sentimiento y compromiso cívico compatible
con los intereses generales; al igual que las capacidades de ese ciudadano con respecto al
ejercicio de su gobierno. Algo que no podría presumirse actualmente porque los políticos
elegidos de forma popular bien pueden ser analfabetos, en tanto logren captar votos; por
lo que el ideal actual de democracia debe ser elegir al más capacitado, no al más popular.
Ya avanzando en la historia, en la Edad Media, las ciudades europeas buscaban
netamente protección contra los avances de imperios reinantes, por lo cual su
organización estaba claramente enfocada hacia una forma de república, pero con fines de
protección y supervivencia. De modo que podría interpretarse como el bien común que
cada uno de esos pueblos compartía entre sus nacionales. Ese es el ejemplo de Florencia
y Venecia, quienes influidos por los escritos de Maquiavelo instauraron un grado de
virtud cívica direccionada a la protección comunitaria y activa porque de ello dependía
su independencia, lo cual en nuestros días tampoco sería muy plausible (Fernández, 2011,
p.23).
Llegada a la revolución inglesa del siglo XVII son puestos en discusión diferentes
conceptos defendidos por la filosofía republicana, específicamente con respecto a lo que
se entiende como libertad. La cual para los republicanos se traducía en la libertad de la
comunidad; ante lo que se oponía el movimiento ideológico liberal.
Ideas como: expresarse libremente, aun como opositor al régimen, negativa de
pagar impuestos que no hayan sido consentidos previamente, optar por una representación
no directa y la libertad religiosa; fueron instituciones opuestas al republicanismo porque
este requiere de una virtud cívica y una participación activa dentro de la cual los
ciudadanos estén al tanto del gobierno y participen en él acatando las decisiones de la
mayoría, sistema que puede no ser aplicado por personas que interpretan la libertad como
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un derecho inherente a la existencia humana y como una visión individualista, más
no comunitaria; es decir, concerniente a una libertad positiva pura (Carter, 2010
p. 17).
Sobre las ideas liberales
Las ideas liberales estaban presentes en diferentes partes del mundo post renacentista,
como lo fue en el norte del continente americano, donde ya se encontraban encubadas aún
antes de la expansión y reafirmación de los escritos de los grandes pensadores europeos
de la ilustración a finales del siglo XVIII. No obstante, las ideas de Locke, importadas
por los ingleses, fueron un medio de homogeneización para que se coordinen entre todos
los miembros de esos movimientos, no solo independentistas, sino que también liberales
y republicanos.
Los ideales liberales y revolucionarios no son propios de los Estados
Unidos, sino que derivan de diferentes pensamientos renacentistas que se
produjeron esencialmente en la Florencia medieval. De manera que el proceso
revolucionario estadounidense fue el último paso de un proceso largo y complejo,
cuyo desenlace fue la independencia de las colonias norteamericanas.
El liberalismo se centra en el individuo como un agente moral, un decisor
independiente que actúa conforme a intereses individuales que se conjugan y
suman a los intereses generales. En este sentido, si bien cada persona actúa por sí
misma no lo hace por inercia; sino por el contrario, trabaja en la misma dirección
que los demás miembros de la sociedad a la cual este se compone. Los medios que
organizan ese trabajo direccionado son principios regulatorios derivados de la
propia filosofía política, la identidad que posea esa nación y la ejecución que
realice para poder concatenarlas hasta el punto máximo, querido e idealizado, para
el cumplimiento de los fines de la sociedad (Hernández, 2007).
Tras la finalización de la revolución norteamericana, los principios
regulatorios que regían la sociedad de ahí para lo venidero se constreñían en la
libertad, la igualdad y la búsqueda de la felicidad. Estos principios están
encausados a partir de la moral misma de sus fundadores y del pueblo al cual
pertenecen en palabras de Kant (2003) sería el ideal personal de un fundamento
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moral de auto cumplimiento, o sea el deseo de cumplir lo que consideramos como propio
y obligatorio por nosotros mismos, es por lo que fueron acatados y cumplidos de manera
tal para construir la nación que es hoy y; además, para exportar a muchos países su
organización que, posteriormente, sería catalogada como republicanismo.
Críticas del republicanismo a la tradición liberal
El republicanismo y el movimiento liberal no son antagónicos. En realidad, comparten
diversos conceptos y los toman como fundamentales para la existencia de la vida en
sociedad. Estos principios son el de la libertad y la democracia. No obstante, el
republicanismo posee nociones y alcances distintos para estos conceptos, que si bien no
son tan limitados como lo es la fase negativa del principio de libertad como la no
injerencia de terceros en el actuar de cada individuo, tal como lo profesa la filosofía
liberal, el republicanismo cae en una cierta ilusión de cumplimiento de ideales casi
utópicos, como lo es la llamada virtud cívica. De tal manera, serán mencionadas las tres
principales críticas que el republicanismo hace a la ideología liberal.
Critica a la noción liberal de la libertad
En la tradición liberal, se concibe a la libertad bajo una visión negativa, es decir el
fundamento para que otros se abstengan de interferir en el desarrollo de la vida de cada
individuo. Un individuo es libre en tanto no exista interferencias de terceros, lo que
incluye al Estado como elemento coercitivo externo dentro de la esfera personal y privada
del ser humano. En la visión republicana, por su parte, la libertad se fundamenta en una
noción positiva; es decir que cada individuo posee recursos y es dotado de medios para
el desarrollo de su libertad y su plan de vida, a lo que el liberalismo critica porque si no
hay medios suficientes, la libertad se ve limitada.
Para Isahia Berlín en su libro “Dos conceptos de libertad”, la libertad es el mayor
grado de no interferencia en concordancia con la dotación de medios idóneos para el
desarrollo de la libertad de cada individuo. (Berlin, 1988)
Reiteramos, el republicanismo no es contrario al concepto de libertad, pero la
concibe con un matiz distinto al liberalismo (Gargarella, 2009). Si bien esta filosofía
política republicana clásica precautela los conceptos de gobierno libre y de sociedad civil
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libre, estos no se refiere a una libertad extensiva sino que por el contrario está
limitada por la voluntad democrática; en contraposición al liberalismo donde es
posible entender una libertad aún en contra de decisiones mayoritarias, pues su
concepción negativa le otorga esta objeción de conciencia al individuo, quien
puede y debe decidir si esa participación democrática en realidad lo representa
o, en su defecto, prefiere acudir a su propia libertad de decidir de no participar en
las decisiones democráticas de una nación
2
. Lo descrito en el último párrafo está
en contraposición a lo que en el republicanismo es llamado ciudadanos
activamente políticos.
Para Sartori (2003) es posible afirmar que la ausencia de interferencia de
terceros puede no ser suficiente para categorizar a un individuo o comunidad
como libre. En el sentido de que, si bien no existe coerción, al obligar a un grupo
de individuos a acatar decisiones que no han sido tomadas por ellos y tampoco
fueron consideradas como medidas aptas para la regulación de su conducta, no
existe una autorregulación real de cada individuo, sino que se plantea una especie
de dependencia a la voluntad general que no la entiende o que se contrapone a los
ideales de una libertad extendida.
El liberalismo entiende a la libertad como la no interferencia. El
republicanismo entiende a la libertad como la no dominación, por lo cual una
interferencia “justificada” no podría catalogarse como injusta; de manera que tiene
un interés general sobre puesto al interés particular (Petit,1999).
Sendel (2007) comprende que la pugna del liberalismo y el republicanismo
radica en el concepto de libertad y por ello se traspola a un estadio distinto.
Analiza a la figura de la libertad positiva mediante la voluntad de la comunidad;
articulada mediante la formación de un Estado gobierno autorregulado no en la
concepción liberal sino en una visión de comunidad. Para que exista esa
identificación, senecesario que los integrantes de esa comunidad tengan un
sentimiento cooperativo, de ayuda mutua y de correlación de intereses. De este
modo, la consecución de los fines estatales se torna prácticamente en uno, en el
de la comunidad. Ahora, la problemática radica en que no existen fines
2
El voto obligatorio es un claro ejemplo de la conversión de un derecho político en una obligación cívica.
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correlativos en una sociedad tan diversa como la actual. Los seres individuales no buscan
lo mismo por su herencia misma de egoísmo derivada de su propia naturaleza humana.
Debido a dicho egoísmo, el derecho, como sistema de organización social,
formula diferentes preceptos, principios, prerrogativas y normativa que tienen
como fin el de mandar, prohibir o permitir determinadas conductas, para que los
individuos se comporten en un sentido alineado a los fines supra personales. En palabras
de Petit (1999), el derecho sería una forma justificada, coherente y racional de
intervención, cuyo fin sería la vida armónica de una nación. Además, el mismo autor, en
línea con lo mencionado por Ruibal (2009), defiende la negación pura de que ese tipo de
intervención, es decir aquella que es justificada, es parte del republicanismo, pero no debe
encasillarse en un tipo de libertad positiva o negativa, sino en una libertad de no
dominación, pero si con injerencias o intervenciones puramente necesarias.
Más allá de un supuesto ideal y del deber ser, el republicanismo no puede exigir
una representación y participación de sus ciudadanos, cuando esta no se vea justificada o
cuando no denote un apoyo a un sistema de gobierno despótico, porque deberá
comprender que cada individuo tiene el poder de decidir sobre su activismo o pasividad
política. Entonces, ¿hasta qué punto un individuo es libre si decide no participar en la
vida política, pero es obligado a ello? Eso no se responde únicamente con la visión
positiva de la libertad, pues existe una interferencia dentro de sí; por ellos es que
actuaciones como el voto obligatorio por candidatos que un grupo de individuos
simplemente no acepta como propios, es una vulneración a la libertad de decisión, en una
concepción positiva. No obstante, para la concepción del republicanismo, aunque no
rechaza la idea de una libertad de decisión, también admite la necesidad de cierto tipo de
interferencias.
Valor de la virtud cívica
La filosofía liberal, si bien no se niega la existencia de un Estado ni mucho menos de una
necesidad latente de su presencia, no se admite interferencias innecesarias, arbitrarias y
exageradas por parte de él; o sea que no se contrapone a un sistema de interferencia, pero
a uno de dominación. El Estado debe ser pasivo, tolerante y respetuoso de la vida
privada incluyéndose decisiones y acciones de los ciudadanos. De manera que
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cualquier interferencia desproporcionada debe ser inadmitida a ojos del Estado de
Derecho, por contraponerse al ejercicio de la libertad individual y auto determinación. A
esto se lo llama ideal estatal de neutralidad misma que, teniendo a Buchannan como uno
de sus grandes precursores, se direcciona a la vida privada de los individuos, no así a la
parte de su vida que ellos han decidido hacer pública y que solicitan voluntariamente la
injerencia del poderío estatal, como por ejemplo elegir la profesión de político; su círculo
de vida privada se ve reducido por su propia decisión.
En este punto sale a flote la idea de una moralidad individual y colectiva
cuyos partícipes no quieren que sea intervenida por el Estado. Bajo ningún
concepto una organización supra colectiva como lo es el Estado debe intervenir
y mucho menos imponer una moralidad que no necesariamente será aceptada o
acatada por una colectividad; esta no intervención se incluye dentro de la
pasividad estatal esperada mediante esa figura de tolerancia.
No así, la ideología republicana difiere en el concepto de no interferencia
o tolerancia. En la medida de que presupone una relación existente y necesaria
entre ciudadano y Estado. Las relaciones antedichas no se limitan a los derechos
y garantías que ofrece el Estado para con su coterráneo, sino por el contrario
impone también deberes que son de obligatorio cumplimiento por la calidad de
ciudadano que a diferencia del pensamiento liberal va más allá del respeto de
sus pares ciudadanos, sino que requiere de la participación del individuo dentro
de las actuaciones políticas que ordene el Estado. Esa participación no es
voluntariamente predicada, pues provee sanciones fundamentadas meramente en
la calidad de ciudadano sin contemplar la idea de que un individuo puede decidir
no participar activamente, y tal vez ni siquiera pasivamente, de ello.
Es decir, implica asumir obligaciones para con la sociedad en su conjunto,
de manera que sean deslindados los intereses particulares. Esto no puede ser
catalogado como nocivo porque el ser humano es un ente social, necesariamente
deberá acudir a la cooperación entre sus pares para poderse desarrollar. Esta
cooperación no puede ser obligatoria bajo ningún concepto, por qué el
individualismo que debe tener, por su sentido mismo de persona, debe ser
respetado por el Estado en la medida de que, si el individuo no quiere participar
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dentro de la vida política, este no puede ser obligado; siendo en dicha puntualización
donde el liberalismo se opone al republicanismo.
El republicanismo insiste en la necesidad de una moral republicana fuerte
porque eso desembocaría en una mayor obediencia. Ahora, la cuestión a tomar en
cuenta en este caso es que las normas impuestas no producen en los individuos
una real intención de cumplimiento; no sin una fuerte coacción. En correlación a ello se
plantea la idea de Kant con su imperativo categórico, porque un individuo cumplirá con
una norma y la hará suya en la medida en que la comprenda como parte de sí; o sea, que
no ha sido impuesta arbitrariamente. Por todo eso se deduce que para que las normas
republicanas tengan real apoyo y cumplimiento es necesario que los ciudadanos tomen
parte de ellas como suyas, que las comprendan y quieran acatarlas, mas no por un ejercicio
de fuerza, lo cual puede también traducirse en una amenaza a su libertad (Kant, 2003, pp.
503-517).
No obstante, esto no debe ser entendido como una contraposición con respecto a
los ideales liberales. Porque el cumplimiento de normas justificadas que tengan como
objetivo el buen funcionamiento de un Estado de Derecho es indispensable, ya que el
Estado es una forma de organización social y es primordial el mantenimiento de su
planificación y orden centralizado para poder cumplir con los fines de su existencia, el
aumento de la calidad de vida de sus ciudadanos. Entonces, el liberalismo no se opone a
la creación de normas que contribuyan a la generación de un orden y de respaldo para el
ejercicio y preservación de los derechos, sino, por el contrario, admite su necesidad de
existencia, pero se opone a que sean arbitrarias y que busquen imponer una moral distinta
a la que identifica una nación.
Defensa de una idea fuerte de democracia
La democracia fuerte es un concepto bastante discutido. Inicialmente porque algunos
autores la toman como un medio de discusión bajo la cual es posible llegar a un consenso
entre los ciudadanos. Esta idea está direccionada a una democracia directa, misma que es
casi imposible en una sociedad actual. Por su improbabilidad fáctica, ha sido desestimada
como válida con relación a ser un medio efectivo de perfeccionamiento de ideales
políticos que buscan un fin en concreto, más allá de una mera toma de decisiones.
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Una democracia fuerte es el medio a través del cual los ciudadanos de una
nación participan activamente en el manejo de esta si ese es su interés para que
el gobierno y dirección del Estado no quede en manos de un grupo específico, lo
que puede desembocar en separatismo por parte de grupos opositores que se
resisten a acatar la decisión del pueblo porque contrarían a sus ideales. Este
sistema político de democracia fuerte tiene muy presente la visión de la voluntad
general. De modo que las decisiones tomadas con una mayoría con una diferencia
pequeña, sigue siendo la voluntad mayoritaria, por lo cual el gobierno que obtuvo
el voto de esa mayoría accede al poder. (Sartori, 2003)
Pero ese poder no puede ser ilimitado ni mucho menos esquivo con
relación a los intereses de la minoría cuyos ideales no son representados por ese
gobierno. La voluntad general se compone de grupos heterogéneos, por lo que el
gobierno tiene que buscar un justo medio que signifique una voluntad general, aún
si obtuvo el poder por grupos distintos a los cuales se está preocupando en un
momento determinado.
Por eso, aun si un ciudadano ha decidido no participar de forma activa en
la política de su nación, esto no obsta que sus derechos sean respetados y que su
moral colectiva no sea modificada o coartada por leyes incoherentes, dictadas por
legisladores que si bien este no eligió directamente no lo representan de manera
real y efectiva. Por ello las normas deben expresar principios de convivencia
armónica, no de imposición de moralidad colectiva.
3
Republicanismo en la actualidad
Diferentes personas pueden poseer variados intereses, deseos y fines; por lo cual, intentar
homogeneizar esas contingencias a través de normativa generalmente obligatoria en la
participación política en un país mediante la llamada participación cívica activa provoca
aversión a un ideal de participación política, porque el ciudadano si bien decide ser parte
3
No olvidemos que el ejercicio legislativo excesivo es un medio bastante eficaz y nocivo para moderar
el comportamiento de los ciudadanos. La idea es tan solo moderar el comportamiento que violente la
libertad de los individuos, como medio de seguridad, y no controlar o direccionar su comportamiento.
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de una nación figurativamente, pues nace ya siéndolo también tiene la potestad de
decidir en no participar de ella.
Las sociedades de hace siglos, cuando el republicanismo tuvo su auge, aún
no concebía tal nivel de diversidad en las participaciones políticas; debido a que
la temática de “todos somos iguales ante la ley” en realidad no se refería a todos,
sino al grupo selectos de hombres, blancos, heterosexuales, adinerados, etc.
quienes tenían la intención de participar de forma activa en la política y de
concentrar el poder, pues tenían a sus anchas un pueblo que aceptabas sus
decisiones y las acataba, esencialmente debido a su ignorancia. Ante todo, esto se
infiere que, en la sociedad actual, donde la tolerancia y la diversidad abunda, un escenario
como el descrito en este párrafo no está nada cercano a la realidad.
La filosofía kantiana en ya menciona la dificultad que implica la vida en
sociedad. Los deseos y fines de los individuos varían de uno a otro y de una época a otra,
por eso, los principios que se imponían para la armonía social de una nación,
representados en principios regulatorios, tenían la calidad de contingentes. En tal sentido,
Kant (2003) menciona en “Crítica a la Razón pura” que la necesidad de principios
categóricos es primordial si es que la idea es concebir un concepto de justicia y si se busca
lograr un gobierno que pueda en realidad llamarse autogobierno. Si los individuos nos
autogobernamos en el sentido de fines y deseos de otros, simplemente no estamos
logrando un real autogobierno, sino por el contrario es necesario de principios reguladores
propios de cada persona y compartidas con las otras de una nación para que esos
principios lleguen a ser categóricos, es decir que serán cumplidos por predisposición
propia (Sendel, 2004).
En el caso del republicanismo, la participación cívica activa es una utopía dentro
de nuestra sociedad. Esencialmente porque los comportamientos de los individuos son
tan variados como sus propios fines. La democracia fuerte se queda corta ante las
necesidades de un país donde conviven diferentes culturas, tradiciones, costumbres,
idiomas y naciones. De manera que esperar u obligar la participación de todos los
ciudadanos es una falacia únicamente creída por quienes defienden la idea del
republicanismo estricto, sin considerarlo en relación de las libertades de los individuos.
Por lo tanto, el objetivo actual debe ser que la elección de los representantes políticos
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tenga filtros que justifiquen una elección racional de personas capaces para el
cargo, no obligar a todos los ciudadanos a votar por candidatos populistas que se
abusan de su ignorancia; porque es indiscutible que si se obliga a quien no tiene
afinidad por la participación democrática, decidirá mal.
El pensamiento liberal, no es un contrapuesto de la filosofía republicana,
de hecho, el segundo desciende del primero. Pero no logran encontrar puntos de
conexión en conceptos fundamentales de la filosofía política, los cuales se
mencionaron anteriormente como la libertad, la democracia y la virtud cívica. Este
es el punto de inflexión que los separa y excluye uno de otro.
El modelo de elección de representantes para que hagan cumplir con la
voluntad del pueblo aún se encuentra en funcionamiento, pero no se puede afirmar
que la maquinaria estatal esté del todo “aceitada” como para canalizar las
verdaderas necesidades de los individuos hacia sus representantes políticos, pues
si bien son elegidos por una mayoría, esta no es homogénea. Así, a partir del punto
de vista Kantiano, no existe imperativos categóricos compartidos dentro de la
sociedad actual. Bien sea por la globalización o por la deficiencia misma del
sistema político, exigir una virtud cívica y participación activa de los ciudadanos
como presupuesto para el funcionamiento de un real republicanismo no
considera la libertad de los individuos que voluntariamente no quieren ser parte
de la vida política, no porque no compartan ideales para con su nación,
simplemente porque se trata de un tema de decisión, misma que los deberes
impuestos como ciudadanos; en cierto sentido, no logran comprender.
Conclusión
El republicanismo inicia con una aplicación exitosa en las civilizaciones antiguas. No
obstante, este sufre una reestructuración porque su real funcionamiento, como
republicanismo clásico, dejó de ser práctico para las sociedades venideras. De modo que
era insuficiente para crear en el pueblo un fuerte sentido de confianza en sus
representantes y en la institución del autogobierno, porque su representación como
gobierno no prestaba atención a sus reales intereses, fines y deseos como ciudadanos
quienes ejercen el gobierno de la res pública.
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La voluntad de la mayoría no es el único elemento de aplicación del
republicanismo. Existen otras piezas influyentes en la ideología republicana que
son simultáneos con los intereses de la mayoría, en relación al bien común. La
representación es clave al momento de hablar de republicanismo y eso lo entiende
el liberalismo, debido a que una nación está conformada con grupos heterogéneos,
por ende, una designación de representantes es primordial para lograr consensos entre
ellos de manera pacífica sin tener que llegar a enfrentamientos de grupos. Además de
ello, es necesario la rotación en los cargos del gobierno en lapsos relativamente cortos,
con el fin de evitar la perpetuidad que al a postre termina convirtiéndose en tiranía.
Posteriormente a la revolución liberal inglesa, la discusión sobre los conceptos de
libertad propuestos por la ideología republicana aparece fuertemente. En el sentido de
que la libertad bajo esa tradición es tomada como una libertad comunitaria,
correlativamente con el pensar que una república es libre si su comunidad es libre. El
liberalismo defendía el polo opuesto al insistir que la libertad se concibe como un derecho
individual; descrito posteriormente por Locke como un derecho natural del ser humano.
Ideas como: expresarse libremente, no aceptar impuestos autoritarios y
desproporcionados que no hayan sido consentidos previamente y la libertad religiosa;
fueron instituciones opuestas al republicanismo porque este requiere de una virtud cívica
y una participación activa
A pesar de que el republicanismo y la ideología liberal no son opuestos, el primero
si plantea ciertos reparos contra el liberalismo. Esencialmente, la crítica se basa en la
noción liberal de la libertad, puesto que el liberalismo la concibe en su faz positiva; es
decir como la no interferencia total de terceros en el actuar y pensar de un individuo para
que este se autogobierne, mientras que el republicanismo la comprende más allá,
centrándose en el concepto de la no dominación, admitiendo la posibilidad de ciertas
interferencias justificadas en pro de un bien común dentro de naciones tan heterogéneas.
Además, sobre la virtud cívica, estima que esta es una condición necesaria para la
existencia de un sistema republicano, en la medida en que cada ciudadano participa e
intercede en el gobierno de su nación por su sentimiento de patriotismo; el cual
prácticamente es presumible. Finalmente, sobre la democracia fuerte menciona que el
liberalismo otorga a los individuos un enorme campo de acción, donde pueden decidir no
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participar del manejo de su nación; lo cual el republicanismo no admite como
posibilidad porque esto podría contraponerse a un bien común superior al
individual.
Siguiendo la idea de Domènech (2004), la vida en sociedad no puede ser un
limitante para el reconocimiento de la diversidad de los individuos que la componen. Los
deseos y fines de los individuos varían de uno a otro y de una época a otra, por eso, los
principios que se imponían para la armonía social de una nación, representados en
principios regulatorios, tenían la calidad de contingentes. Esta disparidad de fines
e intereses que no son comprendidos desde un medio intrínseco produce que el
gobierno de un pueblo no pueda llamarse autogobierno. Si los individuos nos
autogobernamos en el sentido de fines y deseos de otros, simplemente no estamos
logrando un real autogobierno. Cada individuo debe interiorizar los fines que
rondan en sus sociedades hasta el punto de hacerlos suyos y querer cumplirlos.
En la sociedad actual, esperar una virtud cívica y participación activa de
los ciudadanos como presupuesto para el funcionamiento de un real
republicanismo es bastante ideal. Debido a que la libertad de los individuos es
un bien primordial al tener en cuenta al momento de solicitar su participación
dentro del gobierno de su nación; por lo que esa participación debe darse
voluntariamente. Y en el caso supuesto de no querer participar dentro de la vida
política, esta decisión debe ser acatada simplemente porque se trata de un tema de
decisión, misma que no puede ser impuesta arbitrariamente a los ciudadanos; sino
únicamente a través de medios legítimos para determinar su necesidad y
justificación (Ruibal 2009). Por todo esto podemos concluir que la democracia
directa, bajo el ideal del republicanismo clásico, no puede aplicarse en el sistema
político actual porque sus fundamentos conciben de forma incorrecta los alcances
y esencia de la libertad y de los sentimientos de autogobierno. No así, la idea de
un republicanismo nuevo fundamentado en la no dominación podría tener una
aplicación real y palpable, sin contraponerse a los principios del liberalismo,
mientras las intervenciones o injerencias del Estado en las esferas privadas de los
individuos sean emanados por una ley legítimamente promulgada.
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