El encanto de las fotografías antiguas en Negativos Encontrados The charm of old photographs in Negativos Encontrados Eugenia Fernández Hayón Estudiante avanzada carrera de Cs. De la Comunicación Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales Buenos Aires, Argentina eugefernandezhayon@gmail.com Fecha de envío:11 /06/ 22 Fecha de aceptación: 30/07/22 ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s26839784/dkravalry Resumen Las fotografías analógicas antiguas, a diferencia de las digitales, parecerían generar una mística especial y en este artículo buscamos entender el por qué. Negativos Encontrados es un proyecto de Facebook e Instagram en el que se publican fotografías halladas en la calle. Cualquiera que así lo desee puede colaborar con sus descubrimientos y comentar en los de los otros generando de esta manera una comunidad de personas con ideas afines. En algunos casos, incluso, los mismos “descubridores” se encargan de revelar negativos, aunque en la mayoría de los casos se trata de imágenes ya reveladas. Podríamos pensar que, cuando uno conserva álbumes familiares, la conservación de los mismos está ligada al aprecio a los seres queridos o a la nostalgia. En este caso, sin embargo, las imágenes preservadas retratan a personas desconocidas por quien las ha descubierto ¿De dónde viene, entonces, el deseo de guardarlas? En primera instancia, nos proponemos describir el funcionamiento general de Negativos Encontrados en las redes sociales previamente mencionadas, además de dar cuenta de la relación con los seguidores y usuarios que realizan comentarios. Sobre estos últimos, se indagará en la motivación general que los subyace. Luego, nos proponemos analizar algunas de las imágenes basándonos en las perspectivas de autores como Ronald Barthes y Philippe Dubois. Estos aportes nos ayudarán a entender no solo las connotaciones de las imágenes sino sus significados más profundos y la razón de su relevancia para los usuarios hoy. Estas perspectivas incluyen, entre otras, a la cuestión del punctum, la cuestión de la muerte y el carácter indicial de la fotografía. Se analizarán algunas imágenes del proyecto desde lo que se puede ver literalmente en ellas, pasando por los comentarios que se han hecho al respecto hasta la relación con las categorías de análisis que nos competen. Palabras clave: Fotografía analógica, semiótica, punctum, Barthes, redes sociales. Abstract Old analog photographs seem to generate a distinct mysticism than digital ones, and the goal of this article is to understand why. Negativos Encontrados is a digital project, present both in Facebook and Instagram, where photos found on the street are published. Anyone can collaborate with their discoveries and comment on those of others, generating in turn a community of like-minded people. In some cases, even, the “discoverers” themselves reveal the negatives, even though the images are - in most cases - already revealed. We could think that, when somebody preserves family albums, that could be due to the appreciation for loved ones or nostalgia. In this case, however, the preserved images portray people unknown to whoever found them. Where does the desire to keep them come from, then? In the following article, we intend to describe how Negativos Encontrados works in the mentioned social networks, in addition to giving an account of the relationship with followers and users who make comments. Regarding the latter, the general motivation behind them will be investigated too. Then, we propose to analyze some of the images based on the perspectives of authors such as Ronald Barthes and Philippe Dubois. Their contributions will help us understand not only the connotations of the images but also their deeper meanings and why they are relevant to users today. These perspectives include, among others, the question of the punctum, the question of death and the indexical nature of photography. Some images of the project will be analyzed from what can be literally seen in them, through the comments that have been made about them to the relationship with the categories of analysis that concern us. Keywords: Analog photography, semiotics, punctum, Barthes, social media. Consideraciones iniciales En el siguiente artículo nos proponemos analizar diversas fotografías antiguas a fin de comprender por qué parecen ser más valoradas que las actuales. Después de todo, mientras que las imágenes que tomamos día a día con nuestro celular suelen ser eliminadas con facilidad, las que tienen más años suelen percibirse, en cambio, como sagradas y su valor parecería incrementarse con el tiempo. En particular, analizaremos algunas de las publicaciones subidas al Instagram de Negativos Encontrados. Dicho perfil, que también se encuentra en Facebook, se trata de un espacio virtual en el que cualquier persona que encuentra negativos descartados en la calle puede enviar sus descubrimientos a la página. Es así como, de forma colaborativa, se ha creado una cuenta con un gran número de fotografías antiguas, algunas de las cuales tienen hasta más de un siglo de existencia. A fin de profundizar en ellas se aplicarán algunos de los ejes de análisis propuestos en el libro de Ronald Barthes, titulado La cámara lúcida (Barthes, 1989). Se recurrirá, también, a El acto fotográfico (Dubois, 1986), de Phillipe Dubois junto a otros trabajos. Nuestro análisis se llevará a cabo desde lo general hacia lo particular de las imágenes. Presentaremos, primero, cada una de las fotografías escogidas y las describiremos desde lo que podemos ver en la superficie hasta sus posibles significados connotados. Para tal fin, pondremos en práctica las consideraciones de los autores aplicándolas en cada una de las imágenes. Un detalle interesante es que, al tratarse de fotografías desconocidas por quienes las han descubierto, no se cuenta con todos los datos históricos para cada una de ellas y, en algunos casos, se desconoce incluso el año en el que fueron tomadas. Tanto en la página de Instagram como en la de Facebook de Negativos Encontrados se pueden leer comentarios en los que los usuarios hacen suposiciones de las publicaciones a partir de lo que se puede ver en ellas, por lo que estos aportes también nos serán de utilidad. Negativos Encontrados Negativos Encontrados, como ha sido ya mencionado, es un proyecto fotográfico que se encuentra tanto en Facebook como en Instagram. El hecho de que se encuentre en ambas plataformas resulta conveniente dado que, si bien ambas redes sociales fueron creadas con el objetivo de compartir fotografías para verse luego diversificadas en sus funciones, cada una de ellas cuenta con distintos públicos. De esta manera, todos aquellos que usen Facebook con mayor frecuencia pueden participar del proyecto a través de dicha plataforma y lo mismo sucede con Instagram. La página de Facebook, creada el 18 de mayo de 2014, contaba con 7,913 likes y 8,031 seguidores el 5 de junio de 2022, fecha en que fue consultada. Las creadoras de la misma, Jimena Almarza y Gabriela Parborell, compartían ya imágenes antiguas ajenas a ellas desde el 2012, pero fue en el 2014 cuando el proyecto adoptó un nombre propio. El objetivo inicial, y que continúa vigente hasta el día de hoy, es reconstruir historias olvidadas a partir de las pistas deducidas en los negativos y, para tal fin, se invita a participar a quienes así lo deseen. Tanto fotógrafos como no fotógrafos, curiosos y voyeuristas asumidos colaboran activamente enviando las fotografías que encuentran día a día en las calles. Como señala una nota periodística, no interesa la calidad de las fotos sino su naturaleza testimonial (Del Moral, 2018). “Se junta gente que quizás no tiene nada que ver con la fotografía, pero sabe valorar esos tesoros que encontramos”, aclara Almarza (Negrello, 2022). "A la gente le gusta a jugar a ser detective, reconstruir historias como si fueran rompecabezas. Nos gustan los detalles de las épocas, como la ropa, la moda, los autos, la decoración de las casas. En definitiva, las fotos de Negativos Encontrados son también nuestras fotos, nos sentimos identificados”, comenta Parbonell (Del Moral, 2018). De forma similar, una de las colaboradoras del proyecto, Alejandra, reflexiona: “Lo que te motiva es algo interno, personal, más allá de la fotografía. Quizás, encontrar algo en esa historia te permite encontrar algo propio” (Negrello, 2022). El perfil de Instagram, por su parte, fue creado el 22 de mayo de 2015 por Jimena Almarza y cuenta con 12.000 seguidores aproximadamente. En la biografía, que por las características de esta red social no puede ser extensa como la de Facebook, se puede leer “colectivo fotográfico dedicado a rescatar fotos encontradas en la calle de desconocidos”. Los 476 posteos que al momento están disponibles representan, cada uno de ellos, una fotografía descubierta con sus respectivos likes y comentarios. En las historias destacadas se pueden visualizar imágenes de los momentos en los que algunas de estas fotografías fueron halladas en la vía pública, además de exposiciones a las que Negativos Encontrados fue invitado y sorteos de distinta índole. En las mismas se puede visualizar, también, algunas notas realizadas al proyecto en la radio y una colaboración con Proyecto Mugre, organización cuyo objetivo es intervenir espacios públicos con fotografías. Resulta interesante, por ejemplo, el caso de Eduardo Pergamo dado a conocer en Infobae. Mariano Libertella, uno de los tantos colaboradores del proyecto, encontró en una ocasión dos álbumes desarmados de fotos de un casamiento. "La pareja de recién casados no tenía mucha onda, pero sí uno de los invitados que aparece con una corbata en la cabeza", comenta Libertella. Dicho invitado fue nombrado Corbatita y la viralización fue tal que el mismo Pergamo se enteró de que era “famoso”. El fotografiado y Libertella, finalmente, se reunieron en la realidad. Al parecer, el casamiento había terminado mal y es por eso que el álbum yacía en un tacho de basura. De todas maneras, no es el único caso en el que algo así ocurre. Fueron varias las situaciones en que colaboradores del proyecto “han logrado devolver fotografías a sus dueños originales, con la emoción que eso conlleva, y hasta descubrir imágenes inéditas de personajes icónicos de la cultura local”, como sugiere la periodista Negrello (Negrello, 2022). Y es que Negativos Encontrados, además, funciona como un documento histórico argentino. Alejandra, por ejemplo, descubrió tres fotos inéditas del cantante de Sumo, Luca Prodan, tocando en una plaza. Otros miembros del proyecto han hallado negativos de figuras como Pappo, Divididos, Guillermo Francella y Ricardo Alfonsín. Fue el mismo Mariano Libertella quien, en otra ocasión, encontró una fotografía en la que había dos niños - quienes hoy tienen más de veinte años - junto a su padre. El “descubridor”, finalmente, se juntó con los jóvenes en un bar, cuyo padre había fallecido en un accidente. La foto había sido perdida, y de alguna manera, se había mudado desde Almagro hasta Lugano. “Fue un momento muy lindo, para mí fue una sensación de misión cumplida. Ahí es cuando pienso que no es tan en vano esto que hago de juntar fotos (...). La idea siempre es devolver las fotos. Nosotros fomentamos esto. La mayoría de los integrantes perdieron fotos y hay gente que entra al grupo con la esperanza de encontrar las fotos que perdió”, reflexiona Libertella (Negrello, 2022). Alejandra, por su parte, halló 500 fotos de una familia alemana que se había instalado en Argentina, con nombre y apellido. De esta manera, pudo reconstruir el árbol genealógico de la familia, descubriendo que los personajes centrales eran Cilly y Alejandro. Sobre Cilly dice: “Tengo fotos de ella desde bebé de 1930 hasta 1970, entonces ves toda la vida de la persona y es fuerte. La siento como alguien que conocí” (Negrello, 2022). En este último comentario se ve reflejado, lo que dice Barthes (1989) sobre la fotografía como emanación del referente. Alejandra, al contar con tantas fotografías de la alemana Cilly, siente haberla conocido en la vida real. Pudo reconstruir su vida a través de imágenes, las cuales actúan como índices de momentos claves en la vida de la mujer. En la biografía de la página de Facebook, además de la presentación del proyecto, se puede leer una frase de Christian Boltanski: “Se dice siempre que uno muere dos veces: una primera vez, y una segunda cuando alguien encuentra una fotografía tuya y ya no sabe quién eres”. Dicha expresión resulta interesante porque ilustra, justamente, la razón de ser del proyecto. Más allá de rescatar negativos por la simple curiosidad de descubrir lo que esconden, lo que se buscaría es preservar la memoria de aquellos que ya no están y cuyas fotografías no son valoradas por quienes las desecharon. O incluso, en ciertas ocasiones, podría tratarse de recuerdos dolorosos que han sido descartados intencionalmente, como es el caso de muchas fotografías rotas. A las múltiples preguntas que uno se puede hacer sobre imágenes ajenas, las creadoras de Negativos Encontrados responden, en la sección de información de la página de Facebook, “No hay respuestas. Solo este montón de imágenes, pistas para jugar con cada una a tirar del hilo de la memoria”. Primeras posibles respuestas “¿Qué dice una imagen despreciada y sus personajes? ¿Qué lleva a alguien a querer deshacerse de un recuerdo? ¿Qué desencuentros, borrones y hasta descuidos esconde una foto tratada como desecho?", se lee en la descripción en redes sociales de este poderoso movimiento artístico. Hasta el 19 de noviembre de 2018, fueron aproximadamente 25 mil personas quienes recuperaron más de veinte mil fotografías desechadas. 25 mil personas que no son solo “encontradores", sino que envían sus descubrimientos para que sean disfrutados por otros, quienes a su vez comentan activamente. Más aún son quienes siguen al perfil de Negativos Encontrados dándole like a los diferentes posteos. Hay un fin detrás de este movimiento, y ese fin es buscar respuestas. Jugar a tirar del hilo de la memoria. Los comentarios son siempre bienvenidos en este proyecto y, de hecho, forman parte de la esencia del mismo. En las historias destacadas del Instagram, por ejemplo, aparece una fotografía de una niña junto con una caja de preguntas en la que se lee “¿Qué está haciendo esta niña? Los leo…”. “Tratando de sintonizar algo de música en una radio AM”, “Walkie Talkie”, “Mimando a un conejito negro”, “Escuchando el mar con un caracol” y “Está recibiendo una llamada de la CIA durante una misión, ya que pasa desapercibida”, son algunas de las respuestas. Barthes, en La cámara lúcida, se detiene a analizar una foto de su madre cuando era pequeña. Sin lugar a dudas, al tener el autor un vínculo emocional con el sujeto de su análisis, el encanto por dicha imagen tiene que ver con esa misma afectividad. Él mismo señala que, justamente, lo que había perdido al fallecer su madre “no es una figura (la Madre), sino un ser; y tampoco un ser, sino una cualidad (un alma): no lo indispensable, sino lo irremplazable” (Barthes, 1989, p.134). Si, quien se muestra en una imagen es una persona querida por nosotros, el encanto por la fotografía tendrá relación con nuestro afecto hacia la persona. Sin embargo, en el caso de este proyecto digital, ninguna de las fotografías representa a alguien conocido por quienes las observan. Por ende, la fascinación ha de venir por otro lado y esta es la pregunta a la que intentaremos responder. En tiempos en los que la fotografía digital aún no existía, el hecho de sacar una fotografía era costoso de por sí. Cansino, en Huellas familiares, analiza las fotografías antiguas de familia y explica cómo las mismas formaban parte de un ritual. Las familias se vestían formalmente y se arreglaban para dirigirse al estudio, en donde buscaban representar el orden y la jerarquía familiar a través de la pose. Más adelante, cuando se comercializaban ya las cámaras de rollo, los estudios de fotografía fueron perdiendo vigencia, pero, aun así, los rollos eran caros. Podríamos decir, entonces, que la cuestión económica es un factor que hace a las fotografías antiguas más valorables. Después de todo, mientras que sacar fotografías con el celular o con una cámara digital es gratuito, no ocurría lo mismo con las cámaras analógicas (Cansino, 2004). De todas maneras, el hecho de que miles de estas fotografías analógicas se desechen día a día evidencia que la razón económica no ha de ser la única que hace a las imágenes antiguas valorables. Quienes ya no encuentran utilidad en un objeto de valor, por ejemplo, no suelen descartar sino venderlo o, por lo menos, regalarlo. Además, más allá del costo de la fotografía analógica, no existirían razones para conservar fotografías ajenas a uno que nada tienen que ver con nuestra historia o la historia de nuestros seres queridos. Distinto es cuando se trata de la fotografía de un familiar, un amigo o una persona a quien admiramos. Sumergiéndonos en las fotografías En una de las fotografías de la página de Instagram del proyecto se puede observar a una mujer acostada en el suelo sobre unas rocas. Lleva puestas unas botas de lluvia amarillas, un pantalón blanco, una campera azul y pareciera haberse caído -aunque, de igual manera, podría estar intentando ver algo en el suelo-. “Mucho Bariloche te deja duranga”, “Espiando la cueva de un pingüino en el viaje a Punta Tombo con el colegio”, “¿tomando agua?”, “yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos... “, “están limpiando petróleo del derrame de exxon”, “querida, encogí a los niños” son algunos de los comentarios. Resulta interesante cómo, a través del humor, los usuarios sacan conclusiones -aunque, en varios casos, se trate de chistes y no de teorías realmente pensadas- a partir de una imagen cuya historia nos es desconocida. Además de ver las fotografías, muchos son quienes se divierten comentando y leyendo los aportes de los demás. Justamente, Dubois comenta que cuando uno ve una fotografía se está “haciendo de esta reconstitución una ficción, un metafantasma” (1986, p.144). No podemos saber realmente lo que ocurrió cuando se tomó la fotografía y es por ello que creamos una historia, incluso aunque no lo hagamos de forma consciente. En el momento en que hacemos una suposición, por más pequeña que sea, estamos creando una ficción. A su vez, son estos comentarios los que guían nuestro análisis de las imágenes. En Lo obvio y lo obtuso, Barthes comenta que la fotografía no es una estructura aislada dado que “mantiene, como mínimo, comunicación con otro texto” (1986, p.12). En este caso, el autor habla específicamente de la foto de prensa. Sin embargo, también aplica el mismo concepto con las redes sociales como lo son, en este caso, Instagram y Facebook. Las fotografías descubiertas que allí se publican no están aisladas sino acompañadas por un pie de foto y, en muchos casos, comentarios. Inevitablemente, estos textos afectan la forma en que percibimos y comprendemos cada una de las imágenes. En otra imagen, se puede visualizar a una niña disfrazada de Brigacop con una pistola en su mano. Brigacop es un personaje de ficción perteneciente a una serie de 1992 titulada Brigada cola. En la descripción de la foto, se puede leer niña robocop, pero son quienes comentan los que corrigen el error estableciendo que se trata de Brigacop. “Nooo como robocop! El único y verdadero Brigacop”, “Nonono, es Brigacop!”, “Brigacop, mi hermano también lo tenía”, “El de Brigada cola era” dicen algunos de los usuarios. Resulta interesante cómo, a pesar de tratarse de una fotografía desconocida, quienes la comentan lo hacen al sentirse identificados con la serie en cuestión. Quienes visualizaron dicho programa, crecieron en una determinada época, particularmente en los ‘90, y el hecho de ver una imagen que les recuerde a esta época puede generar nostalgia. Cansino (2004) sugiere que la fotografía es la recuperación de un tiempo muerto ya que representa lo que sucedió en un momento dado. Después de todo, una foto es una fracción de segundo que es paralizada y materializada. En este último caso, las personas, aun sin conocer a la niña de la fotografía, recuerdan a partir de ella otra etapa de sus vidas en la que eran niños o adolescentes. A partir de una imagen, se teleportan a tiempos diferentes y, a pesar de no conocer a la fotografiada en cuestión, la nostalgia que se genera tiene que ver con su propio pasado y con la programación que solían ver por esos años. De forma similar Dubois, al observar una foto de su niñez con añoranza, comenta que “mi fotografía como memoria (...) me coloca en una especie de instante vacío, en un agujero del tiempo”. (1986, p.144). Otra de las imágenes que se pueden observar en el Instagram es una que data de 1925. En ella, una mujer que lleva un vestido de verano y un peinado típico de la época posa casualmente en lo que podría ser el patio de su casa. La fotografiada parecería tener entre 25 y 30 años por lo que, seguramente, nadie de su generación permanece con vida en la actualidad. La nostalgia, en este caso, no justifica el encanto de la fotografía. Nadie vivió los años ‘20 de forma consciente, sino que dicha época es conocida a través de la historia y de los registros que han quedado en forma de libros, películas, series o escritos. ¿Cuál es, entonces, el encanto en estos casos? Podríamos decir, sin embargo, que no es necesario haber conocido a una persona para sentir afectividad por ella en tanto y en cuanto contamos con una empatía humana básica. Es decir, no necesariamente el afecto está limitado a los más cercanos como son nuestros amigos y familiares. Podríamos sugerir, también, que uno es capaz de sentir nostalgia incluso por momentos que no ha vivido en carne propia. En algunos casos, aunque no hayamos vivido en una determinada época, la conexión con la misma podría darse debido al pasado de nuestros padres y abuelos. Cuestión del punctum Barthes, en La cámara lúcida, diferencia entre el studium y el punctum de la fotografía. Por un lado, el studium sería aquella intencionalidad del observador al fotografiar un objeto junto a sus posibles connotaciones vinculadas. Sin embargo, el autor reconoce una segunda fuerza, definido como detalle de atracción, que es el punctum y que puede ser pensado como un “pinchazo, agujero, pequeña mancha, pequeño corte, también casualidad”. Barthes, al diferenciar entre ambos conceptos, dice que "el studium está siempre en definitiva codificado, el punctum no lo está" (Barthes, 1989, p. 80). El autor explica también que “la fotografía tiene, por un lado, la propiedad de una instantaneidad de donde parece sobresalir ese punctum de cualidad anti teatral y, por otro lado, una propiedad subjetiva, vinculada a la impresión del fotógrafo de haber hallado el mejor instante” (Barthes, 1989, p.80). En una fotografía del perfil de Instagram, se puede visualizar a una mujer que se encuentra al lado de una mesa. Si bien no se sabe de cuándo es la imagen, se podría pensar que data de los años sesenta, principalmente, por su calidad y por el peinado que lleva la fotografiada. Resulta interesante que, a pesar de no contar con todos los datos para analizar una fotografía, se pueden inferir algunos detalles de su contexto por las pistas que nos son mostradas. Al haber un pastel con una princesa en el medio sobre la mesa, podríamos deducir que se trata del cumpleaños de una niña. La fotografía es informal y, al tener la mujer una expresión particular en su rostro, este pareciera ser el detalle que llamó la atención de los usuarios. En los comentarios, justamente, pocos hacen alusión al cumpleaños o a la temporalidad de la imagen. Nadie opina sobre la camisa rayada de colores de la mujer, ni sobre el pastel o los objetos que se encuentran en la mesa. Más bien, la mayoría se refiere a la expresión de la fotografiada en el rostro. “Estaba dura la Sra.”, “más dura que la realidad”, “me recuerda a la marciana de Marte Attack”, “re dura tu tía”, “me cago en la repostería… yo quiero bailar twist”. De hecho, el pie de foto de la imagen narra “cuando alguien dice un comentario machista…”. Resulta interesante cómo fotografías con décadas de historia pueden ser recontextualizadas ya que el feminismo, por ejemplo, tiene un peso mucho mayor en la actualidad que el que tenía por aquel entonces. Es decir, a partir de una fotografía cuyo contexto es desconocido, se narra una interpretación sobre la misma. En esta imagen informal, se puede visualizar claramente la cuestión del punctum previamente mencionada. La expresión de la mujer no fue planeada por el fotógrafo, sino que fue, justamente, una pose espontánea. Este detalle, a su vez, fue el que más llamó la atención de los usuarios, quienes hicieron todo tipo de comentarios al respecto. Con respecto al punctum, Barthes comenta que “esta vez no soy yo quien va a buscarlo (...) es él quien sale de la escena como una flecha y viene a punzarme. (...) El punctum (...) es lo que añado a la foto y que sin embargo está ya en ella” (1989, p. 64). Probablemente, en caso de tener la mujer una sonrisa en su rostro, los usuarios hubiesen comentado en mayor medida sobre los demás aspectos de la imagen. La expresión con la que fue fotografiada, en cambio, transmite la sensación de una imagen más real sin tantos filtros ni artificialidades. En el caso de la imagen de Brigacop previamente mencionada, deberíamos analizar si fue o no intencional fotografiar a la niña con dicho disfraz. En caso de que se buscara simplemente capturar a la niña, más allá de la ropa que llevara puesta, el disfraz actúa en este caso como punctum. Después de todo, el disfraz es el elemento que viene a pinchar a los espectadores haciéndoles recordar su infancia y los momentos en que miraban una serie de televisión de los noventa. Seguramente, el fotógrafo en ningún momento pensó que este sería el detalle que llamaría la atención en aquella imagen. Previo al concepto de punctum, sin embargo, Barthes habla ya de cuestiones similares en Lo obvio y lo obtuso (1986). El autor identifica, en una imagen fotográfica, tres niveles: el primero es informativo - se refiere a los conocimientos que me proporciona la imagen en sí-, el segundo es simbólico y el tercero, el nivel de la significancia, conecta con una semiótica del texto. Este tercer sentido “se me da «por añadido», como un suplemento que mi intelección no consigue absorber por completo, testarudo y huidizo a la vez, liso y resbaladizo, propongo denominarlo sentido obtuso” (1986, p.51). Barthes menciona, también, que “lo que el sentido obtuso perturba y esteriliza es precisamente el metalenguaje (la crítica)” (1986, p.62). Así como el ángulo obtuso es mayor que el recto, el sentido obtuso es más abarcativo que el sentido obvio a pesar de que no se pueda definir concretamente. El sentido obtuso es indiferente tanto a la historia como al sentido obvio, y se despega del referente ocasionando asociaciones. “El sentido obtuso es un significante sin significado (...) está fuera del lenguaje (articulado), pero, sin embargo, dentro de la interlocución”. (1986, p.61). De hecho, es la característica de ser indescriptible la que hace ser al sentido obtuso lo que es. Se trata de aquel elemento de la imagen que no puedo nombrar, que no pertenece a lo visible ni a los significados más obvios, y que sin embargo me viene a punzar, como diría el autor en La cámara lúcida. Resulta paradójico que el punctum, estando fuera del lenguaje, es lo que impulsa o pincha a la gente para hacer los comentarios en cada una de las fotografías. Se trata de un intento de verbalizar, en la medida de lo posible, aquel elemento obtuso que de por sí parece inexplicable. Cuestión de la muerte Anteriormente mencionamos una fotografía de 1925. En ella, una joven lleva puesto un vestido floreado, un delantal blanco, el cabello corto y se puede visualizar a un gato detrás suyo. Nadie conoce la identidad de la fotografiada y nadie puede sentir nostalgia por los años veinte, en tanto y en cuanto los que vivieron esta época han fallecido ya. Podríamos decir que, entonces, este tipo de fotografías suelen impresionarnos por la cuestión de la muerte. Una mujer que era joven hace casi cien años se encuentra hoy en día fallecida hace probablemente décadas, lo que nos puede hacer reflexionar sobre el paso del tiempo. Tal como señala Barthes (1989, p.147), “la fecha forma parte de la foto (...) porque hace pensar, obliga a sopesar la vida, la muerte, la inexorable extinción de las generaciones”. El autor comenta también, en La cámara lúcida que “La fotografía es un teatro desnaturalizado en el que la muerte no puede completarse a sí misma” (1989, p.157). En el caso de la imagen de los años veinte podemos afirmar con certeza que, a menos que la mujer haya alcanzado los 130 años de edad, se encuentra fallecida desde hace tiempo. En la imagen, sin embargo, no solo está viva, sino que parece tener muchos años de vida por delante. Resulta interesante analizar, en este caso, cómo la fotografía es un escenario en el que se juega la contradicción entre la vida y la muerte. A pesar de haber muerto la mujer en la realidad, en la fotografía siempre seguirá con vida y siempre se seguirá transmitiendo aquel microsegundo en el que la imagen fue tomada. A propósito de esto último, Dubois sugiere que “el acto fotográfico corta, el obturador guillotina la duración, instala una especie de fuera de tiempo (...) y bajo el corte fotográfico, yo quedo como suspendido, transido, fijado en una imagen que me aparece hoy” (1986, p.143). En este caso, es la mujer de la fotografía la que ha quedado suspendida y que se “ha salido de su tiempo” para impactarnos hoy. Se trata de la congelación de un momento al que, de otra forma, no podríamos acceder; un instante que se embalsama “a fin de conservarlo y preservarlo de su propia pérdida. Robarlo para poder guardarlo, y poder mostrarlo para siempre” (Dubois, 1986, p.149). En otra fotografía, cuyo origen se remonta a los años setenta, se puede visualizar a una familia compuesta por lo que parecería ser los padres con sus tres hijas. El padre viste un traje con corbata mientras que las hijas llevan puesto un vestido blanco. La madre, en cambio, lleva un vestido de otro color que, por tratarse de una imagen en blanco y negro, no se puede dilucidar con exactitud. La vestimenta, sumado al hecho de que hay globos en el techo, nos dan la pauta de que se trataba de una ocasión formal como podría ser una Primera Comunión o una Navidad. Con respecto a las edades, la mayor parece ser adolescente y otra parecería tener alrededor de diez años mientras que la más pequeña está en brazos de la madre. Si bien todos los miembros de la familia estuvieron juntos en un mismo tiempo y lugar, las diferencias entre sus edades también nos pueden hacer reflexionar sobre la cuestión del tiempo. Mientras que la niña vivió su infancia en dicha época, por ejemplo, su madre vivió estos mismos años en su adultez. Podríamos pensar, además, que mientras los padres de mediana edad en la fotografía han fallecido ya, la niña de dos años tendría hoy unos cincuenta de edad. El autor reflexiona que “así, la vida de alguien cuya existencia ha precedido en poco a la nuestra tiene encerrada en su particularidad la tensión misma de la Historia, su participación. (...) En tanto que alma viviente, soy propiamente lo contrario de la Historia”. (Barthes, 1989, p.117). Las hijas que vivieron su infancia en los años setenta vivieron en una época distinta a la actual y, sin embargo, lo más probable es que sigan vivas aún hoy en día. Lo que podemos analizar, aquí, es la tensión de la historia mencionada por el autor. Después de todo, la historia no es un libro académico en la que se narran anécdotas del pasado, sino que somos nosotros quienes la construimos día a día. Las hijas de la fotografía, podríamos decir, son a su vez historia como actualidad. Forman parte de los años 70 como de los tiempos actuales. “En el fondo la Fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa”, dice Barthes (1989, p.81). El hecho de observar fotografías antiguas nos puede hacer pensar el porqué de nuestra existencia en este tiempo en particular y el porqué de la existencia de estas otras personas en este otro tiempo en particular. De la misma manera, nuestra experiencia en una determinada época histórica cambiará dependiendo de la edad que tengamos en dicha época. Por ejemplo, no es lo mismo haber nacido con internet que haber experimentado los comienzos de dicha tecnología en nuestra adultez. Barthes, en El mensaje fotográfico, afirma que “ambas, la emisión y la recepción del mensaje, necesitan de la sociología: hay que estudiar los grupos humanos, definir sus móviles, sus actitudes, y tratar de relacionar el comportamiento de esos grupos con la totalidad de la sociedad de la que forman parte” (1986, p.11). La fotografía previamente analizada, al ser familiar, podría ser representativa de la sociedad en una época distinta a la nuestra. A su vez, sin embargo, son enriquecedores los conocimientos históricos que podemos llegar a tener de aquella época para comprender mejor la imagen. Es con estos conocimientos sociológicos que podemos inferir conclusiones más acertadas que las que podríamos conjeturar de otro modo. Carácter indicial de la fotografía En la fotografía, a diferencia de la pintura y demás manifestaciones artísticas, lo que se muestra es a una persona que verdaderamente estuvo presente frente a la cámara en un momento en particular. Es decir, existe una cuestión física que diferencia a la fotografía de cualquier otro tipo de representación y Barthes lo explica muy bien cuando dice que: Suele decirse que fueron los pintores quienes inventaron la Fotografía (transmitiéndole el encuadre, la perspectiva albertiniana y la óptica de la cámara obscura). Yo afirmo: no, fueron los químicos. Ya que el noema “esto ha sido” solo fue posible el día en que una circunstancia científica (el descubrimiento de la sensibilidad a la luz de los haluros de plata) permitió captar e imprimir directamente los rayos luminosos emitidos por un objeto iluminado de modo diverso. (...) Me encanta (o me ensombrece) saber que la cosa de otro tiempo tocó realmente con sus radiaciones inmediatas (sus luminancias) la superficie que a su vez hoy toca mi mirada (Barthes, 1989, p.143). Con este extracto, Barthes explica la naturaleza misma de la fotografía y he aquí una de las razones más fuertes por las que las fotografías analógicas son tan valorables. Si bien el aspecto económico de la cuestión podría jugar un rol, lo que más nos suele conmover de este tipo de fotografías es su naturaleza testimonial. Cuando observamos la fotografía de una persona, sus radiaciones vienen a tocarnos a nosotros, aunque la imagen haya sido sacada cien años atrás. “De un cuerpo real, que se encontraba allí, han salido unas radiaciones que vienen a impresionarme a mí, que me encuentro aquí”. (Barthes, 1989, p. 142). Dubois (1986) menciona también algunas diferencias entre la pintura y la fotografía, comentando que el rasgo del sincronismo las distingue. Mientras que un pintor realiza una composición progresivamente, el fotógrafo realiza un corte temporal puesto que la cámara recibe toda la imagen en un solo instante. El fotógrafo toma una sola decisión global y, a pesar de que se puede editar una fotografía, ello se hace una vez que la imagen está captada en su totalidad. Por otro lado, la fotografía, además de implicar un corte temporal, supone también un corte espacial. Mientras que en la pintura existe un espacio dado, marcado, por ejemplo, por el lienzo físico en el que el artista trabajará, en la fotografía se selecciona -con un solo golpe- una parte del mundo sustrayéndola de su entorno. A fin de cuentas, la fotografía es la forma más directa que tenemos para acceder a tiempos de nuestra propia vida a los que no podemos volver y a tiempos de los que nunca podríamos participar al ser estos muy anteriores a nosotros. Si bien podemos leer textos sobre otras épocas podríamos decir que, en la fotografía, las radiaciones de estos otros años nos vienen a tocar directamente, haciéndonos partícipes a nosotros. Incluso, en caso de que una persona haya mirado al objetivo de la cámara, esta persona pareciera estar mirándonos directamente a los ojos. Es por ello también que, cuantos más años tiene una fotografía, más sagrada parece ser. Después de todo, mientras que puedo tomar una imagen similar a la que tomé cinco minutos atrás con mi celular, no sucede lo mismo con una imagen de hace 30 años. El noema esto ha sido del que habla Barthes, puede ser relacionado con el carácter indicial que menciona Dubois. Lo que le da valor a una fotografía, según el autor, no es simplemente su semejanza física con la realidad. En ese caso, los dibujos hiperrealistas también guardan un extremo parecido a la persona u objeto que representan. Tampoco se puede reducir a las fotografías a un símbolo, es decir, a las interpretaciones de la realidad que se generan a partir de ellas junto a sus posibles connotaciones. Para el autor, el valor más profundo de esta fotografía reside en su carácter indicial: así como el humo es indicio del fuego, la foto lo es del referente. Después de todo, en las fotografías se evidencian las huellas físicas de las personas singulares que estuvieron en un tiempo y lugar determinados. El encanto con las fotografías analógicas, en este caso, tendría que ver con su peso de referencia. Es por ello que, así como podemos sentir afecto por una persona que no conocemos, lo mismo puede ocurrir con la fotografía de una persona a la que no pudimos conocer. Después de todo, “la fotografía es literalmente una emanación del referente” (Barthes, 1989, p.142). Conclusiones Nos hemos propuesto recorrer algunas de las razones por las cuales la fotografía antigua suele producir encanto. Es por ello que hemos utilizado ciertas imágenes analógicas, presentes en Negativos Encontrados, para aplicar las categorías de análisis propuestas por los autores. Una de estas razones podría tener que ver con el costo de la fotografía analógica, superior al de la fotografía digital. En general, se suele conservar aquello que pudiera tener un valor monetario. La afectividad por una persona puede ser también una razón para conservar una fotografía y es así como, en muchos casos, contamos con álbumes familiares, aunque rara vez miremos su contenido. La nostalgia por un tiempo que hemos vivido también no lleva a conservar ciertas imágenes para, de esta manera, tener un recuerdo de aquellos otros tiempos. En el caso de Negativos Encontrados, sin embargo, nadie conoce a quienes han sido fotografiados. Podríamos decir, sin embargo, que la afectividad y la nostalgia no solo están reducidas a personas que hemos conocido ni a tiempos que hemos vivido en carne propia. Podemos añorar tiempos en los que ni siquiera existíamos por los relatos que se nos han contado y, de forma similar, no existiría tal cosa como la caridad si no existiese el afecto por quienes no conocemos. Hemos analizado, también, la cuestión del punctum. En ciertas ocasiones, es un detalle no planeado por el fotógrafo el que llama nuestra atención y que nos hace valorar la fotografía. Resulta interesante cómo son los detalles, aparentemente insignificantes, los que llaman la atención de los usuarios dado que el punctum es la parte más real de cada imagen, es aquel sentido obtuso indescriptible. La fotografía, en muchos casos, provoca el pensamiento. Hemos sido testigos sobre la forma en que los usuarios que participan del proyecto, por ejemplo, comentan activamente en las publicaciones. A pesar de desconocerse por completo el contexto de estas imágenes, se busca reconstruir su origen a partir de ciertas pistas como pueden ser la calidad de una foto o la vestimenta de los que son fotografiados. En muchos casos, también, se toma a las fotografías con humor llegando incluso a utilizarse como memes. Este es el caso de la fotografía de la mujer con una expresión extraña en su rostro. Por otro lado, la fotografía nos puede hacer reflexionar sobre cuestiones tan profundas como la muerte, el paso del tiempo y la extinción de las generaciones. Es por esto que, cuanto más antigua una fotografía, más valor pareciera tener. Después de todo, son las imágenes los únicos testimonios que tenemos sobre épocas muy anteriores a nosotros. Hemos reflexionado, además, sobre la cuestión indicial de la fotografía y su peso de referencia. Gracias a ella, tenemos no solo un registro de lo que ocurrió sino la certeza de que existe la historia más allá de los recuerdos. Aunque todos los seres queridos de una persona fallezcan y todos los recuerdos se desvanezcan, la fotografía siempre será la prueba fiel de que esa persona existió y que, durante un microsegundo, se posicionó frente al objetivo de aquella cámara que produjo la imagen que hoy se encuentra en nuestras manos o en las publicaciones de Negativos Encontrados. “La Fotografía (...) representa ese momento tan sutil en que, a decir verdad, no soy ni sujeto ni objeto, sino más bien un sujeto que se siente devenir objeto: vivo entonces una microexperiencia de la muerte (del paréntesis): me convierto verdaderamente en espectro”. comenta Barthes (1989, p.46). Si bien no hay una sola razón para explicar la fascinación por las fotografías analógicas, podemos decir casi con certeza que el encanto que generan tiene que ver, necesariamente, con el encanto por la humanidad. Referencias bibliográficas Barthes, R. (1989). La cámara lúcida. Notas sobre la fotografía. Paidós. Barthes, R. (1986). Lo obvio y lo obtuso. Imágenes, gestos, voces. Paidós. Cansino, C. (2004). "Huellas familiares. Algunas apreciaciones para comenzar” La trama de la comunicación vol.9 UNR, editora. Del Moral, M. (2018, 18 de noviembre). Los rescatadores de historias: “Negativos encontrados”, el proyecto colectivo que salva fotos perdidas en la basura. Disponible en Infobae. Recuperado de: Los rescatadores de historias: "Negativos encontrados", el proyecto colectivo que salva fotos perdidas en la basura - Infobae. Dubois, P. (1986). El Acto Fotográfico: De la Representación a la Recepción. Paidós. Negativos Encontrados [@negativosencontrados]. (s.f.). Posteos e historias destacadas [Perfil de Instagram]. Instagram. Recuperado el 16 de octubre de 2021, de https://www.instagram.com/negativosencontrados/ Negativos Encontrados. (s.f.). Inicio [Página de Facebook]. Facebook. Recuperado el 16 de octubre de 2021 de https://www.facebook.com/NegativosEncontrados/ Negrello, M. (2022, 15 de febrero). No tires tus fotos: un grupo de Facebook investiga negativos encontrados y reconstruye sus historias. Recuperado de TN. Disponible en: No tires tus fotos: un grupo de Facebook investiga negativos encontrados y reconstruye sus historias | TN Grado cero. Revista de Estudios en Comunicación. N°4 Octubre 2022 ISSNe 2683-9784 Facultad de Ciencias de la Comunicación. Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales Ciudad Autónoma de Buenos Aires Página 1 de 6